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Han pasado ya unos días desde las autonómicas y hay visiones suficientes como para tener una idea clara de lo que ha pasado y del impacto que ha tenido en los diferentes partidos. O en casi todos.

El fracaso de Mas ha supuesto un alivio nada disimulado en la dirección del PSC. Si además sumamos que las encuestas vaticinaban una caída mayor, en la calle Nicaragua había incluso caras de alegría…

Craso error. El partido que ha salido derrotado clara y contundentemente ha sido el PSC de mis amores. Y decir otra cosa es no querer ver la realidad y, por tanto, seguir por la senda del fracaso que conllevará, más temprano que tarde, a la desaparición.

Pere Navarro ha salvado los muebles, sin duda, pero queda muy debilitado por el resultado. Su decencia política, de sobras conocida, debiera plantear soluciones quirúrgicas a un enfermo que se resiste a morir pero que a la vez se resiste a ser tratado.

Pere Navarro debe coger el toro por los cuernos y convocar un Congreso Extraordinario para redefinir el PSC y adaptarlo a los nuevos tiempos, con un mensaje claro que posicione al partido ideológicamente tanto en el debate territorial y, sobre todo en el debate social, de forma creíble ante la sociedad y con una renovación de las personas que actualmente ocupan los puestos de dirección.

Pere Navarro debe cumplir la promesa de celebrar primarias para elegir la persona que representara a los socialistas como candidata a las próximas elecciones autonómicas -que serán pronto, muy pronto- en la que puedan participar todos los ciudadanos a modo de Francia. Y creo que puede y debe presentarse como candidato.

Ayer recibí la triste noticia que un militante histórico del Masnou se daba de baja. La persona que, entre otras, avaló mi entrada en el partido y que, desde su paso por juventudes en los ochenta y desde el PSC, no ha dejado de trabajar para la sociedad en general y nuestro pueblo en particular. Muchas campañas electorales junto a él. Muchas municipales. Muchas veces discrepamos y discutimos por nuestros diferentes puntos de vista pero jamás imaginé que la deriva del partido le hiciese lanzar la toalla.

Hoy, en el Consell de Federació de Canet de Mar hará efectiva esa baja, de forma pública, lo que le honra.

Es una señal, una más. Tampoco la pérdida paulatina de votos desde las autonómicas del 99 no puede ser tomado como un hecho circunstancial. Los análisis deben interpretar también las tendencias de la ciudadanía y queda claro que la tendencia es una sangría constante de votos o lo que es lo mismo, de apoyo a las políticas del PSC.

Hemos perdido la batalla de las ideas. Hemos perdido la batalla de la gestión. Hemos perdido la batalla de la centralidad.

El PSC está herido de muerte pero aún puede recuperarse. El primer paso consiste en ser conscientes de la enfermedad y su gravedad para poder aplicar medidas paliativas primero y quirúrgicas después.